Antigua capital de Myanmar hasta 2006, sigue siendo la principal ciudad económica, y puerto de entrada del país, con más de 7 millones de personas.
Es una ciudad que puede que no tenga grandes atractivos arquitectónicos, pero sin embargo tiene algo, difícil de explicar, que te atrae.
Nuestro viaje hasta aquí no pudo ser más complicado. Estamos en las vísperas de su mayor fiesta, el Thingyang, el año nuevo, en el que millones de personas se desplazan para celebrarlo en sus lugares de origen. Los autobuses más directos y mejores están reservados desde hace tiempo, así que nuestro viaje desde Loikaw, que se encuentra a 525 km. de Yangon, y en un autobús VIP, se tarda 8 horas, lo tenemos que realizar en uno «normal» , que hace un recorrido de 800 km. y lo hacemos en un tiempo récord de 17 horas. El último kilómetro, que es llegar a la caótica estación de autobuses de Mingaladon, al norte de Yangon, lo recorremos en una hora exacta.
Esta ciudad tiene algo especial que creo que no se da en ningún otro lugar del mundo: la circulación de motos está prohibida.
Parece ser que en algún momento, no hemos podido saber cuándo, un motorista atropelló a un militar, y decidieron prohibir el tráfico de motos. Esto hace que la ciudad a pesar de su elevado número de habitantes, sea mucho más tranquila que otras ciudades del sudeste asiático.
La ciudad tiene algunos monumentos que merecen ser visitados como la pagoda Shwedagon, que tiene la segunda estupa mas alta del mundo.
La otra que destaca es la Sule Pagoda, enclavada en una rotonda al lado del ayuntamiento.
Conocer más de esta ciudad es montar en la línea de su tren circular, por 200 kiat, y durante 3 horas ver sus barrios periféricos.
El centro de la ciudad cuenta con un elevado número de mezquitas, con una sinagoga y con varias iglesias cristianas, destacando la catedral católica.
Poder observar desde los muelles de sus ríos el tráfico de embarcaciones y personas, para después, relajarte viendo la puesta del sol.
Pero no podemos dejar de contar la fiesta del año nuevo, o gran fiesta del agua, porque así es como se celebra, tirándose agua , dicen que para entrar limpios en el nuevo año.
Cientos de camionetas abiertas recorren las calles, llenas de gente, para mojar y ser mojados, a la vez que se baila, con música a todo volumen.
Hay escenarios montados , con actuaciones de todo tipo, durante un montón de horas. Nadie se libra de ser mojado, muchas veces con agua helada, y mojar a los pocos turistas que estamos, les da una mayor alegría.
Nos despedimos de Myanmar, un país pobre, pero que está avanzando y deseamos que su gente alcance mejores condiciones de vida.
Nos ha sorprendido su sencillez, su amabilidad y también su felicidad, a pesar de sus duras condiciones de vida.
Por último, como algo que nos ha resultado curioso: Se circula por la derecha, pero sus coches, camiones y autobuses, tienen el volante en este mismo lado.
Bonitas fotos.Interesante
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Que lugares tan diferentes y tan bellos a la vez. Me ha encantado la pagoda del «13 Rue del Percebe» ja ja ja
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Muy buena observación!!!
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